La democracia y los ciudadanos
Descripción
La sociedad moderna se funda en la igualdad del hombre ante la ley. Todo individuo nace libre e igual a sus semejantes. Las diferencias económicas, políticas y culturales existentes no pueden ser legitimadas pues el marco jurídico e ideológico que constituye a nuestros estados tiene por principio la igualdad. Lo anterior inaugura una nueva forma de dominación donde los individuos son puestos en pie de igualdad en cosas que son desiguales y luego tratados como si fueran iguales, nada más injusto que eso. En el Estado moderno, ricos y pobres se encuentran en pie de igualdad. Ambos tienen las mismas oportunidades para ejercer el oficio que más les convenga; ambos se encuentran en igualdad de condiciones para tener acceso a los cargos públicos, a la cultura y a la educación. Sin embargo, unos cuentan con los medios para hacerlo mientras que otros, no. De modo que la sociedad moderna concede la igualdad en los fines, mas no en los medios. ¿Cuáles son esos medios? Generalmente la propiedad en sus diversas formas, aun cuando una de ellas, el dinero, resulte ser privilegiada. De aquí deriva la dominación de los ricos sobre los pobres, una dominación que se ejerce mediante el uso de la propiedad en el libre mercado, el cual no significa lo mismo para el propietario que para el que no lo es. Para el primero representa la posibilidad de acumular grandes sumas de capital, el acceso a la cultura, a la educación, al bienestar; para el segundo, la oportunidad de vender su fuerza de trabajo y así encontrar los medios de subsistencia. Dicha posibilidad no siempre es amplia, en tiempos de crisis se reduce al mínimo —recuérdense los acontecimientos de la Revolución industrial y los sucesos ocurridos hoy día en los países llamados del Tercer Mundo, que padecen desde hace tiempo una crisis crónica, donde multitudes enteras apenas sobreviven en la marginación política, social y cultural.