Conflicto y democracia: La compleja configuración de un orden pluricultural
Descripción
Actualmente, a escala mundial, en las sociedades se observa un atrincheramiento “irracional” o defensivo en el supuesto derecho universal, que excluye todos los valores “ajenos” a él, si éstos, para afirmar lo particular, pretenden trascender los límites de lo que unilateralmente se ha establecido como “lo universal”. Esa actitud generalizada como comportamiento y cultura política, ha generado una cerrazón ante la posibilidad de establecer un diálogo intercultural orientado a forjar una posible articulación entre “lo particular” y “lo universal”, haciendo imposible la construcción de un orden político para la cohabitación normativa de las diferencias. El problema alude a las transformaciones del Estado moderno, concebido y concretado en el Estado nacional, que siempre evidenció una marcada tendencia hacia la eliminación de los particularismos en aras de la centralidad y la concentración del poder.
¿Hasta dónde la evidencia de la diversidad cultural, cada vez más palpable en las sociedades, plantea la necesidad de repensar y replantear las bases de la integración social, al igual que los alcances de los derechos individuales y colectivos, con el objetivo de establecer una nueva convivencia democrática?, ¿qué ajustes se han de hacer a los modelos estatales y a las formas de asociación política en los Estados democráticos con el fin de preservar la diversidad y procesar el conflicto étnico y cultural sin que eso suponga un desgarramiento de las sociedades “nacionales” ni un atropello de los derechos de los pueblos y sus culturas locales? Para bordar una respuesta a estas preguntas es imperativo reflexionar sobre los valores de la democracia y el conflicto identitario, los cuales han puesto a prueba al final del milenio la cultura del conflicto dentro de la sociedad democrática –la vigencia de la capacidad de resolución de conflictos sociales y políticos-, toda vez que presumimos que la democracia liberal y sus valores han perdido capacidad para resolverlos mediante la vía tradicional, centrada en sus procedimientos y, en última instancia, en el monopolio de la fuerza legitimadle Estado nacional. En esta obra el autor se ha propuesto hacer esa reflexión tomando como pretexto casos paradigmáticos como el conflicto entre Israel y Palestina, el nacionalismo vasco –intratables ambos-, el caso irlandés y el conflicto chiapaneco en México –uno y otro en proceso de transformación- y, por último, los casos de Québec y Cataluña, en Canadá y España, respectivamente- ambos, conflictos institucionalizados-.