UAM-X

Raymundo Mier Garza

 

Versión
No. 10; Octubre/2000
Págs. 59-105

El texto bosqueja una propuesta para un concepto de lo político que toma como punto de partida dos condiciones: por una parte, lo político como un rasgo de la acción colectiva capaz de crear la experiencia social que conjuga tiempo, historia e identidad colectivas, y por la otra, la de lo político como índice del ejercicio de poder explícito, en el sentido propuesto por Castoriadis. Esto permite deslindar lo político de otras formas de ejercicio de poder, cualitativamente distintas: en la primera de ellas, el poder que surge de la trama misma de la trama normativa de la cultura, en la segunda, el poder que se engendra estratégicamente, en instancias institucionales, funcionales de control social, orientado expresamente a la determinación de los procesos de gestión social, a lograr un control de los agentes políticos o bien a engendrar formas de dominación específicas al servicio de un destino político predeterminado. Lo político, concebido como un rasgo indeterminado de la acción social, revela en el sentido de la acción social su calidad de acontecimiento, de creación radical, de movimiento indeterminado y capaz de engendrar sus propios valores y su propia teleología en el proceso mismo de su surgimiento. Como consecuencia, lo político es considerado también a la luz de los procesos simbólicos y su incidencia en la producción social de los medios masivos.

This text outlines a theoretical proposal for a conception of the political that takes as its point of departure two main conditions: on the one hand, the political as a feature of collective action is capable of creating the social experience which conjugates time, history and identity as collective processes, and, on the other hand, the political as an index of the exercise of explicit power, in the sense put forward by Castoriadis. This conceptual analysis makes it possible to distinguish the political from other forms of the exercise of power, which have non comparable qualities: according to the first one, power emerges from the normative web of culture itself; according to a second one, power emerges from the strategies forged by functional institutional agents of social control, which openly aim to determine social management procedures, to achieve control of political agents or to breed forms of domination, explicitly oriented to serve a specific, predetermined, political destiny. The political conceived as an undetermined feature of social action reveals the chief facets of its sense: its attributes of sheer event, radical creation, and undetermined movement, likely to engender its own values and teleology in its emergence. As a consequence, the political is also envisioned in relation to symbolic processes and their sway upon the social production of mass media.




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