El Instituto Federal Electoral y los partidos polÃticos : ¿Un juego de suma cero?
GarcÃa Villanueva, Carlos A.;
Luján, NoemÃ;
Albarrán, Eduardo
Veredas
No. 23; Año12/23
Págs. 137-157
Resumen
La construcción de instituciones electorales autónomas en México es resultado de un proceso de negociación polÃtica que tiene por objetivo acabar –o al menos limitar– la larga tradición de manipulación y control gubernamental del sufragio y la falta de confianza de la sociedad en las elecciones. La autonomÃa es un concepto relacional que se define a partir de una dimensión interna asociada con la coherencia institucional para el cumplimiento de su misión, y otra externa relacionada con su independencia respecto de los actores y grupos de poder. En el caso del Instituto Federal Electoral, la autonomÃa en su dimensión externa se refiere a su independencia respecto del gobierno y los partidos polÃticos. Las reformas electorales emprendidas a partir de su creación en 1990 han sido relativamente exitosas en relación con su autonomización del Poder Ejecutivo; sin embargo, el poder que han cobrado los partidos polÃticos al amparo de esas mismas reformas electorales los han convertido en una suerte de consejo de accionistas con gran capacidad de presión sobre la vida institucional. AsÃ, las reformas electorales arrojan un resultado paradójico que es la creación de una institución responsable de la organización de elecciones con cada vez mayores facultades enfrentada a partidos convertidos en poderosas empresas electorales y dispuestas a transgredir o eludir la normatividad en función de sus intereses.
Abstract
The construction of autonomous electoral institutions in Mexico is a result of political negotiation process that aims to end –or at least to limit– the long tradition of government voting control and manipulation and society’s trust lack in the elections. Autonomy is a relational concept defined from an internal dimension associated with institutional coherence to fulfill its mission and other external related to its independence from the actors and power groups. In the case of the Federal Electoral Institute, autonomy in its external dimension refers to its independence from government and political parties. Electoral reforms undertaken since its inception in 1990 have been relatively successful in relation to its empowerment from the Executive Power, but the power the political parties have taken under the same electoral reforms have made them a sort of council shareholders with high pressure capacity on institutional life. Thus, the electoral reforms that yield a paradoxical result is the creation of an institution responsible for organizing elections with growing powers faced to parties converted into powerful electoral business and willing to violate or circumvent regulations based on their interests.
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